POETA FIERAMENTE HUMANO
Fieramente humano, como proclamara Luis de Góngora y en el pasado siglo veinte Blas de Otero, Francisco Ferrer Lerín nos conduce por galerías imposibles, perturbadoras como las que fraguaba Giorgio de Chirico raptado por el hálito de la mitología y el paisaje, adentrándonos en un adensado bosque de palabras que es preciso entender y sobreentender para que la imaginación se expanda y no nos reduzca a seres cotidianos incapaces de levantar el vuelo.
Será la extraña mistura de la medicina, la ciencia ornitológica y la filología hispánica el abrasivo odre donde se condicen todas las palabras, disociadas y flexibles, herméticas y autónomas, para construir una renovada arquitectura del lenguaje que nos descubra –como afirmaba Gimferrer– que “todavía sabemos, podemos, queremos leer cosas escritas de este modo”.
Culturalismo, circunloquios, asociaciones enajenadas, escolios inopinados y un gusto esencial por lo exótico lo erigen en razón primicial de los novísimos. El primer Eliot se alfa proclamando que la poesía no puede ser el mero relato de lo adiado sino la conversión de los sueños o, al menos, el espejo invertido de la intuición o el vértigo del raptus, un más allá de lo que sentimos como ordinario, esa voz interior que siempre espanta y queda balbuciendo.
Ferrer Lerín profiere su discurso vesicante como ejercicio de libertad, pero también de voluntad y necesidad para no devorarse o consumirse, lustrando lo baldío, iluminándolo, como las aves necrófagas que dragan lo putrefacto y lo mefítico.
Pertrechado de la riquísima tradición europea (Tzara, Claudel, Monod, Poe, Montale), Ferrer no se miente sobre lo que somos –paseantes de las sombras, criaturas asociadas a la muerte– pero sabe muy bien “que las ventajas están en la belleza, en la juventud de los abrazos / en la mano untada a pedazos por crema / y en la caricia de Monique”.
Somos de opinión idéntica porque compartimos el misterio que bruñe de magia y sorpresa el universo sin límites de la inefable creación.
Os animo a escuchar sus PoeMorias, 83 minutos con la Vida de un Puro Genio.
Por Manuel Gahete Jurado
Director de Relación Exterior de la Fonoteca