
Mari Carmen Gascón B
El primer libro que recuerdo haber leído de Sylvia Plath (Boston 1932-Londres 1963) fue «Tres mujeres», en una edición bilingüe de Lola Editorial. Me interesó ese poema para tres voces en el que las tres mujeres del título acaban de dar a luz. La primera ha tenido un hijo, la segunda lo ha perdido y la tercera ha dado a su hija en adopción. Me impactaron los tres monólogos que transparentaban las tres visiones de los deseos, temores y culpas de una sola mujer. Poco sabía yo entonces de su biografía pero aquella rotundidad emanaba auténtico dolor. Luego supe que era una poeta confesional y que los detalles íntimos que contaba pretendían trascender lo personal: su sufrimiento tenía una magnitud más amplia y eran las heridas de todos los humanos oprimidos.
Admirada por su uso del lenguaje, hice una segunda lectura, revisándolo principalmente en inglés, y subrayé algunos de sus juegos poéticos, ejemplos de cómo pensaba en imágenes y sonidos, de cómo lograba que las palabras tuvieran ecos y sub-ecos; me sentía admiradora y detective al mismo tiempo, buscaba sus rimas: la fonética, la semántica… y sobre todo las internas. !Qué ritmo tan sofisticado al que a la vez no le sobraba nada! LEER MÁS–>
Rapsoda: Sarah Shackleton