por Merce Bravo Tudela
Conoce su obra
Guillaume Apollinaire es un autor especialmente admirado y reconocido por sus caligramas, esas ingeniosas composiciones poéticas, siempre alejadas de lo tradicional, cuya disposición gráfica representa visualmente el contenido del texto. Este tipo de poemas visuales resultaron decisivos en la controversia pintura/poesía, rompiendo la visión estética de periodos anteriores y generando nuevas formas de vanguardia en la literatura y el arte plástico.
Así mismo al genial Apollinaire generalmente se le atribuye ser el origen caligrama y, por tanto, de la poesía visual, pero, tras una atenta revisión, se ha llegado a la conclusión de que tal afirmación es errónea, ya que muchos siglos antes, ya se escribían caligramas.
Se sabe con certeza que los primeros caligramas encontrados pertenecen a la época helenística, siendo el primer autor conocido Simmias de Rodas (año 300 a C.), poeta y gramático de la escuela alejandrina. Entre sus obras figura su poema titulado “Huevo”, se cree que fue escrito sobre ese mismo objeto, símbolo del origen de la vida.
En la Roma clásica, se ha constatado que lo imitaron poetas latinos, creando poemas con elementos visuales que llamaron carmina figurata.
En la Edad Media son conocidos algunos caligramas, especialmente sobre tema religioso. Se conserva, en la Biblioteca Nacional de París, un manuscrito del siglo X (Hechos de los Apóstoles) con numerosos caligramas en prosa.
Del Renacimiento, con su vuelta hacia el mundo clásico, se conserva un poema del humanista italiano Julio César Scaligero (1484-1558), con texto en forma de huevo de ruiseñor, en homenaje a Simmias de Rodas. Por otro lado, del escritor y humanista francés François Rabelais (1493-1553) destacan dos caligramas “Botella” y «Sombrero” que presentan dificultad en su lectura al aparecer su texto en disposición no habitual.

En el Barroco, se conocen caligramas de Países Bajos, Italia, Francia, Inglaterra y Alemania. Solían editarse en hojas sueltas, a modo tarjetas de invitación, felicitación, pésame… siendo los más habituales con forma de copa y de corazón.
Durante el siglo XVIII, en Alemania se componen caligramas cultos e incluso de tipo más popular. Por otro lado, en Francia aparecen caligramas satíricos de temática social y política.
Del siglo XIX, el caligrama más conocido y editado es creación del autor inglés Lewis Carroll, titulado “Cola de ratón”, que figura dentro del Capítulo III, de su famosa obra “Alicia en el País de las Maravillas” (1865). En Francia, Stéphane Mallarmé (1842–1898), precursor de las vanguardias, compone algunos curiosos caligramas.
A principios del siglo XX, destaca de manera absoluta en este campo el poeta cubista Guillaume Apollinaire (1880-1918). Es indudable que, a este polifacético artista, con sus singulares caligramas, le cabe el gran mérito de haber dado el impulso decisivo a la poesía visual, entre las corrientes artísticas occidentales, tanto de su época como posteriores. De ahí que con él se instaurase esta manifestación creativa de forma definitiva con novedosos poemas visuales, dentro de los diferentes ismos vanguardistas: Cubismo, Futurismo, Expresionismo, Dadaismo, Ultraísmo, Creacionismo, Surrealismo…
Cien años después de Apollinaire, la poesía visual sigue estando en vigor, considerada como género propio que surge de la sutil combinación de varias artes: visuales, literarias e incluso escénicas. Gran parte de los poemas visuales son composiciones plásticas de técnica mixta, que también pueden presentar forma objetual, de escultura o de instalación.
Lógicamente con el paso del tiempo la poesía visual ha evolucionado y tomado un sentido mucho más amplio, usando de manera más o menos innovadora la tipografía, los colores, el collage, la nueva disposición del espacio, tecnología…
En este siglo XXI, los poemas visuales han ganado reconocimiento. Las creaciones son reflejo también del impacto tecnológico y además la vigente tendencia a la brevedad en el texto está dando lugar a un estilo más minimalista y visualmente más sugerente.
Hoy en día, la poesía visual está cargada de ironía, singularidad, atractivo, inteligencia, juego y creatividad. La sugerente unión entre lo visual y el texto, solapándose mutuamente, da lugar a un resultado paradójico, impactante, intimista, crítico y con frecuencia, reivindicativo.















































